sábado, 12 de junio de 2010

La Erudición Árabe

Durante los primeros años de conquista y conversión, los fanáticos y fatalistas califas omeyas, cuya corte estaba en Damasco, ignoraron las cuestiones referentes al pensamiento, pero hacia mediados del siglo VIII los gobernantes abasies, establecidos en Bagdad se habían aficionado al conocimiento, floreciendo en este califato del Este la Ciencia y la Medicina.


Cuando nos referimos a los escritores de este periodo como arabigos, nos referimos a la lengua que escribían, la lengua franca del Islam. La mayor parte eran nacidos en Persia o en España y muchos de ellos eran judíos. Una de sus contribuciones más provechosas fue preservar y traducir al árabe y al hebreo los trabajos de autores clásicos como Aristóteles, Galeno y Plinio. De hecho, la traducción de los trabajos griegos al árabe fue una de las aventuras intelectuales más importantes llevadas a cabo por los califas de Bagdad.

A pesar de que el conjunto de la literatura Islámica dedicada a la salud y curación es bastante extensa, no contiene trabajos que traten exclusivamente de Odontología. La mayor parte de los trabajos acopian los trabajos anteriores añadiendo en algunos lugares observaciones basadas en experiencias y practicas contemporáneas. Uno de los más antiguos es Firdaus al-bikma (paraiso de la sabiduría), escrita por Ali ibn-Sahl Rabban at-Tabari hacia el año 850, que trata brevemente de odontología. Ofreciendo una explicación sobre el origen de los dientes, tratamiento del aliento fétido y recetas de dentífricos. Ya en el siglo X encontramos extensos libros de estomatología, producidos por los 4 grandes sabios de la medicina Islámica.

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