sábado, 12 de junio de 2010

Pacticas Odontologicas Arabes(Representaciones)

EL MUNDO ISLAMICO

Las características de la política, cultura y sabiduría mundiales iniciaron un profundo cambio, cuando las turbulentas tribus de beduinos, unidas en un sólido cuerpo de ejercicio bajo el mando del Califa Omar, sucesor, a la cabeza del Islam, del profeta Mahoma, salieron de la península arábiga hacia el año 635. Hacia el Final del siglo VII todo el próximo Oriente y norte de África así como a casi toda España estaban bajo su influencia.

La Erudición Árabe

Durante los primeros años de conquista y conversión, los fanáticos y fatalistas califas omeyas, cuya corte estaba en Damasco, ignoraron las cuestiones referentes al pensamiento, pero hacia mediados del siglo VIII los gobernantes abasies, establecidos en Bagdad se habían aficionado al conocimiento, floreciendo en este califato del Este la Ciencia y la Medicina.


Cuando nos referimos a los escritores de este periodo como arabigos, nos referimos a la lengua que escribían, la lengua franca del Islam. La mayor parte eran nacidos en Persia o en España y muchos de ellos eran judíos. Una de sus contribuciones más provechosas fue preservar y traducir al árabe y al hebreo los trabajos de autores clásicos como Aristóteles, Galeno y Plinio. De hecho, la traducción de los trabajos griegos al árabe fue una de las aventuras intelectuales más importantes llevadas a cabo por los califas de Bagdad.

A pesar de que el conjunto de la literatura Islámica dedicada a la salud y curación es bastante extensa, no contiene trabajos que traten exclusivamente de Odontología. La mayor parte de los trabajos acopian los trabajos anteriores añadiendo en algunos lugares observaciones basadas en experiencias y practicas contemporáneas. Uno de los más antiguos es Firdaus al-bikma (paraiso de la sabiduría), escrita por Ali ibn-Sahl Rabban at-Tabari hacia el año 850, que trata brevemente de odontología. Ofreciendo una explicación sobre el origen de los dientes, tratamiento del aliento fétido y recetas de dentífricos. Ya en el siglo X encontramos extensos libros de estomatología, producidos por los 4 grandes sabios de la medicina Islámica.

RAZES

Abu-Bakr Muhammad ibn-Zakaiya al-Razi (841-926) conocido en occidente como Razes, escribió muchos libros, la mayor parte de los cuales se han perdido y solo unos pocos han sido traducidos. Su gran trabajo Kitab al-Hawi, o Liber continens (Recopilacion), es una selección de trabajos clásicos a los cuales Razes fue añadiendo sus propias observaciones y la de sus contemporáneos.


Nos facilita un excelente resumen de la odontología Islámica desde el siglo VII al X. Kitab al-Mansuri es probablemente el primer libro desde los tiempos antiguos que estudia en detalle la anatomía dental. Razes identifica correctamente no solo los dientes individualmente, sino también el funcionamiento de la mandíbula.

Las ideas de Razes sobre la terapéutica odontológica eran en su mayor parte primitivas. Recomendaba una gran variedad de remedios inútiles, entre ellos la instilacion de varias tinturas en los oídos, para prevenir el dolor de muelas.

También se basaba en la cauterización al rojo vivo de la vía cánula o tubo y en la fumigación y aplicación de aceite hirviendo para tratar los dientes careados. Aconsejaba los empastes de alumbre y alfóncigo y creía en los astringentes para asegurar dientes flojos. Como la mayor parte de sus contemporáneos, desaconsejaba firmemente la extracción. Cuando esta era inevitable, sugería aplicar primero pasta de arsénico alrededor del diente para aflojarlo.

ALI ABBAS

Poco tiempo después de la muerte de Razes, otro médico persa, Ali ibn'l-Abbas al-Majusi (muerto en 944), publico un libro, que seguía un perfecto orden, conocido en Occidente como Libro Real, que es una exposición general y completa sobre medicina arábiga; uno de los capítulos está dedicado a las enfermedades de los dientes. Igualmente se apoya en la cauterización con agujas al rojo vivo para prevenir la odontalgia. Si este tratamiento no conseguía aliviar el dolor, Ali Abbas recomendaba la extracción.

ALBUCASIS

El médico más grande del califato de Occidente fue Abul Kasim (abu-al-Qasim Khalaf ibn-'Abbas al-Zahrawi, llamado en Occidente Albucasis), nació en Cordoba en el año 936. Estudio y después impartió sus enseñanzas en la universidad de Cordoba. Fue medico del emir Harkm II y autor del gran tratado Al-Tasrif (El Método), una enciclopedia de medicina y cirugía, la primera en dar una lista de varios cientos de instrumentos quirúrgicos, cuyo uso Albucasis describe con detalle. Esta parte de de "El Método" traducida al latín como De chirurgia, le proporciono una fama enorme e hizo que se le reconociera como el cirujano oral más importante que existía.

Entre las mayores aportaciones de Albucasis se encuentran algunas contribuciones a la Odontología. Entendió perfectamente que los cálculos en los dientes son la causa fundamental de las enfermedades periodontales y dio instrucciones explicitas para el raspado de los dientes, describiendo los instrumentos, diseñados por el mismo, que debían usarse. El siguiente extracto del capítulo "sobre el raspado de los dientes" da una idea de la importancia que le concedía a este tratamiento.

..."a veces en la superficie de los dientes tanto por fuera como por dentro, así como debajo de las encías, se depositan escamas rugosas de fea apariencia, de colores negro, verde o amarillo; entonces esta corrupción se va comunicando a las encías y los dientes entran en un proceso de desprotección. Es necesario tumbar al paciente con la cabeza entre las piernas y rascar los dientes y muelas en los que se observan verdaderas incrustaciones, o algo parecido a la arena y seguir hasta que no quede nada de estas sustancias y el color sucio de los dientes haya desaparecido, se negro, verde, amarillento o de cualquier otro color. Si el primer rascado es suficiente, mejor que mejor; si no, se debe repetir al día siguiente y hasta un tercero y cuarto día, hasta obtener el propósito deseado"...


Albucasis resalto la importancia de proteger las estructuras adyacentes cuando se cauterizaba con hierro al rojo vivo, y describe minuciosamente el uso de un tubo de cobre como cánula, advirtiendo que "después de la cauterización, el paciente debe mantener su boca llena de buena mantequilla durante una hora".

A pesar de que Albucasis aconsejaba la prudencia en las decisiones sobre la extracción de muelas, "ya que se trata de un órgano muy noble, cuya posesión no puede ser en ningún caso reemplazada de forma perfecta", contribuyo considerablemente a la metodología de la extracción. Al final, advierte que deben tomarse muchas precauciones para determinar cuál es el diente enfermo, ya que muy a menudo el paciente, engañado por el dolor pide que se le quite un diente que resulta estar sano (esto, añade, ocurre sobre todo cuando un barbeo actúa como cirujano). Aconseja:

..."Es necesario despegar la encía de la muela, en todo su perímetro con un escalpelo suficientemente fuerte; entonces bien con los dedos o con un par de fórceps ligeros la muela debe ser sacudida con cuidado hasta que se afloje. A continuación el cirujano, sujetando la cabeza al paciente firmemente entre sus rodillas, debe aplicar un par de fórceps mas fuertes y extraer la muela verticalmente para no romperla...Cuando esta este corroída y vacía, es necesario llenar la cavidad con hilaza comprimiéndola con fuerza en el interior con la punta de una sonda, para que la muela no se rompa bajo la presión del instrumento...es preciso, pues, evitar actuar como los ignorantes y alocados barberos, que en su temeridad no observan ninguna de las reglas mencionadas anteriormente, y producen a menudo graves heridas al paciente, siendo la menor de entre estas la rotura del diente, dejando la raíz en su alojamiento o el arrancar junto con el diente una parte de hueso del maxilar, como el autor ha comprobado con frecuencia"...

Este pasaje nos aporta intensamente información sobre los tipos de practicantes que realizaban servicios dentales: el barbero (probablemente también un charlatán) y el mejor entrenado cirujano y medico.

Albucasis recomendaba también la ligadura de los dientes flojos, sugiriendo incluso el volver a colocar los dientes caídos atándolos con alambre a los contiguos para estabilizarlos. También aconsejaba que cuando se perdían dientes debían ser reemplazados con otros artificiales hechos de huesos de buey y atarlos a dientes sanos.

Otra de sus grandes contribuciones medicas fue su descripción de la eliminación quirúrgica de épulis: "se debe, decía, levantarlo con un gancho o agarrarlo con fórceps cortándolo en su raíz dejando que el pus o la sangre fluya hacia fuera". Para cerrar la herida debían usarse polvos astringentes. Albucasis añadía que si el crecimiento volvía a desarrollarse debía ser cauterizado; entonces ya no volvería a aparecer.

AVICENA

Abu'-Alí al-Husayn ibn-Sina (980-1037), que conocemos con el nombre de Avicena, fue uno de los mejores médicos del Islam. Sus conocimientos resultan casi increíbles. Fue probablemente el mayor intelectual del Islam; a los diez años conocía a fondo el Corán, al poco tiempo dominaba la ciencia de la lógica y había leído a Euclides y Ptolomeo, así como casi toda la literatura que pudo encontrar. A los 16 años había completado sus estudios de medicina, ya que como dice su biografía, "la medicina no es una ciencia difícil y por lo tanto sobresalí en ella en poco tiempo". A los 21 años había compuesto una enciclopedia de todas las ciencias excepto las matemáticas.

Fue un prolífico escritor, se dice que escribía cincuenta páginas cada tarde. El más famoso de sus trabajos es su Al-Qanun (El canon), probablemente el texto médico mejor conocido de todos los tiempos. Le valió el título de príncipe de los doctores.

Sin embargo, y en lo que concierne a tratamientos odontológicos, Avicena escribió poco nuevo. Hizo hincapié en la importancia de mantener los dientes limpios, recomendando para este fin dentífricos como espuma de mar, corazón de cuerno quemado, sal, conchas de caracol quemadas y pulverizadas. Trató de la dentición, recomendando que en casos difíciles pudiera aplicarse grasas y aceites, así como sesos de liebre o leche de perras en las encías.

Avicena examinó con detalle las causas del dolor de muelas, en sus textos volvemos a encontrar referencias al gusano dental para el cual recomienda la fumigación: "se cogen cuatro granos de beleño y cuatro semillas de puerro además de dos cebollas y media; se chafa con grasa de cabra hasta que esté fino, y con esta pasta se hacen píldoras de un dirham de peso; se quema una pastilla en un embudo debajo de la cabeza cubierta del paciente.

Entre los muchos temas tratados por Avicena se encuentra el uso de la lima para reducir la altura de un diente alargado y del arsénico para fístulas y úlceras fétidas de las encías.

Una de las secciones más significativas de El canon se refiere al tratamiento de fracturas de mandíbula. Avicena hizo hincapié en la importancia de determinar si la fractura había sido correctamente reducida. La mejor forma de comprobar esto, decía, es observar si los dientes adquieren la posición cerrada correcta después de la reducción. Conseguido esto aconsejaba poner un vendaje sujetador alrededor de la mandíbula, cabeza y cuello, y una tablilla ligera a lo largo de los dientes.

Entonces, en caso necesario, se podía usar alambre de oro para reforzar la estabilidad del vendaje. Este procedimiento racional concienzudo era muy avanzado para el siglo XI, diferenciándose apenas del tratamiento recomendado hoy en día y fue realmente la base para el tratamiento de los cirujanos de la Edad Media.

PROGRESOS EN LA FARMACOLOGIA E HIGIENE BUCAL

A pesar de las conocidas investigaciones de eruditos como Avicena, el mundo islámico no llevó a cabo ningún progreso en el estudio de la anatomía. El Corán prohibía rigurosamente la disección poniendo así de manifiesto el tabú oriental hacía la manipulación de los cuerpos muertos. Por otro lado, la aversión árabe a la sangre impedía realizar operaciones quirúrgicas, con lo cual se evitaban también las extracciones dentarias salvo en casos de absoluta necesidad. Un médico británico que viajó por el Oriente Medio a fines del siglo XVIII quedó sorprendido por las lagunas en el conocimiento anatómico islámico. Refiriendo que había mantenido con médicos musulmanes sobre cuestiones de su especialidad y sobre textos médicos orientales observa con dolor que " cambian la posición de las vísceras, varían la distribución de los nervios y vasos sanguíneos caprichosamente y cuando su demostración lo requiere pueden fabricar huesos nuevos desconocidos para el esqueleto europeo"


A consecuencia de la prohibición de la cirugía, los doctores musulmanes se vieron obligados a explorar otros métodos de curación. El estudio intensivo de las plantas para determinar sus valores medicinales aportó una gran cantidad de conocimientos farmacéuticos, que, con el tiempo, serían incorporados a la medicina occidental. Unos cuantos conceptos de química, y las palabras árabes para describirlos (alcohol, álcali, alambique y elixir) penetraron en la civilización occidental después de las cruzadas. La farmacología en el mundo árabe se convirtió en una profesión respetada, separada de la medicina. Desde el siglo X los farmacéuticos musulmanes están al frente de sus propias farmacias y despachan fármacos recetados por escrito por los médicos.

EL PROFETA MAHOMA Y LA HIGIENE ORAL

Mahoma, nació en la Meca hacia el año 570, introdujo los rudimentos de la higiene oral en el mundo árabe, incorporándola a la religión musulmana. El Islam enseña la importancia de la higiene corporal, así como de la mente. El Corán dispone, entre otras obligaciones, las abluciones rituales cinco veces al día antes de las plegarias. Estas abluciones consisten, entre otras cosas, en enjuagarse la boca ¡tres o quince veces al día! Un viajero ingles que vivió algún tiempo en la ciudad de Aleppo en Siria hacia finales del siglo XVIII, describió cómo termina una cena en una casa musulmana donde fue invitado: "Después de levantarse de la mesa cada uno vuelve a su sitio en el diván y espera a que traigan agua y jabón para lavarse la boca y las manos".


El profeta recomendaba también limpiarse los dientes con un siwak (o misswak), rama del árbol Salvadora pérsica cuya madera contiene bicarbonato sódico y ácido tánico, además de otros astringentes que tienen efectos beneficiosos para las encías. Se pone en remojo en agua una rama de siwak de una pulgada de diámetro durante veinticuatro horas hasta que las fibras se han separado. Entonces se monda un trozo de la corteza poniendo al descubierto las fibras densas y algo rígidas, fabricando así un "cepillo de dientes natural". Cuando se gastan las fibras, se prepara una nueva sección cortando la porción usada. Se dice que Mahoma era tan aficionado a limpiarse los dientes que en su lecho de muerte pidió siwak y, pocos minutos después de usarlo, murió.

Existen muchas otras tradiciones sobre la higiene oral atribuidas al Profeta, entre ellas el uso del palillo para quitar restos de comida entre los dientes y el masaje de las encías con los dedos. En nuestros días, quienes preparan los cadáveres para su enterramiento enrollan un trozo de trapo alrededor del índice y limpian cuidadosamente los dientes del cuerpo antes de inhumarlo.

Muchas otras prácticas higiénicas del tiempo de Mahoma aún son observadas y el siwak aún usado de forma corriente en las cinco ocasiones descritas por ibn'Abdin, teólogo musulmán del siglo pasado:

1) Cuando los dientes se ponen amarillentos

2) Cuando cambia el sabor de la boca

3) En cualquier momento al levantarse de la cama

4) Antes de rezar

5) Antes de las abluciones

domingo, 6 de junio de 2010